El tema de la corrupción copó el segundo debate de candidatos presidenciales en Panamá. Al igual que el primero, entre los aspirantes hubo acusaciones y recetas para erradicar el problema. No participó José Raúl Mulino, sustituto del inhabilitado candidato y expresidente Ricardo Martinelli.
El añejo problema de la corrupción fue uno de los temas abordados en el debate por la presidencia de Panamá, en el cual no participó el sustituto de la candidatura de Ricardo Martinelli, el exmandatario inhabilitado tras ser condenado por blanqueo de capitales.
Siete contendientes se confrontaron la noche del miércoles, en el segundo de tres debates como antesala a las elecciones del 5 de mayo.
En el tema del combate a la corrupción, varios de ellos coincidieron en proponer reformas constitucionales inmediatas para desmontar normas que han resultado ineficientes contra las irregularidades en la gestión pública. Es una promesa que suele hacerse en tiempos de campaña y que hasta ahora no ha dado resultados.
La juventud y el pueblo “podrán decidir a través de una Asamblea Constituyente que vamos a convocar (en caso de llegar a la Presidencia) cambiar las normas que han protegido a los corruptos por todos estos años”, planteó Ricardo Lombana, candidato del nuevo partido Movimiento Otro Camino, quien quedó tercero en los comicios pasados.
Entre esos cambios mencionó eliminar el fuero penal electoral, sacar a Panamá del Parlamento Centroamericano (PARLACEN) y reducir el subsidio millonario a los partidos políticos.
El gran ausente en el debate presidencial fue José Raúl Mulino, excanciller en la década de 1990 y ex ministro de Seguridad de Martinelli (2009-2014), quien declinó participar porque lo invitaron a último momento, según su campaña. Algunos rivales consideraron que su decisión fue un desplante a los votantes jóvenes, que podrían definir la elección y que han cuestionado a los candidatos.
Panamá se ha visto afectada por casos de corrupción catalogados de alto perfil y que han salpicado a varios gobiernos, entre ellos el de Martinelli. Uno de los más sonados fue el de los sobornos que la constructora brasileña Odebrecht entregó a funcionarios para asegurarse la concesión de grandes contratos públicos.
“Tenemos que cambiar la Corte (Suprema), Legislativo y Ejecutivo”, expuso la candidata independiente Zulay Rodríguez, quien arremetió contra las prácticas de oligopolios y monopolios que, según ella, suelen donar a las campañas de los candidatos.
Rómulo Roux, candidato de los partidos Cambio Democrático y Panameñista que alcanzó el segundo lugar en las elecciones pasadas, prometió en los primeros 30 días de gobierno iniciar un proceso para una Asamblea Constituyente, con el fin de “desmantelar un sistema político que protege y blinda la impunidad”.
El expresidente Martín Torrijos (2004-2009) dijo a los jóvenes que la corrupción “no es que les esté robando su futuro, les está quitando el presente”.
“Toda empresa que haya caído en actos de corrupción, automáticamente estará descalificada para seguir contratando con el Estado”, agregó.
De acuerdo con el Tribunal Electoral, casi el 39 % de los electores tiene entre 18 y 35 años de edad.
Cada cinco años, Panamá lleva a cabo comicios para escoger a presidente y vicepresidente, renovar la Legislatura unicameral, alcaldías y otros centenares de cargos nacionales. No hay segunda vuelta, ni se permite la reelección inmediata.
Estas elecciones, según los analistas, asoman como una de las más intrincadas e impredecibles por la cantidad de candidatos y los indecisos, que según sondeos rondan el 20 %.
Mulino, de 64 años, pareció despuntar significativamente al liderar una encuesta difundida el lunes por el diario panameño La Prensa, en la que sacaba una ventaja de casi 16 puntos porcentuales a Torrijos (2004-2009), a Lombana y a Roux. Más abajo estaban el resto, entre ellos el oficialista y más joven en la liza, José Gabriel Carrizo.
Mulino recibió la autorización del Tribunal Electoral para sustituir a Martinelli a la cabeza de la fórmula presidencial de los partidos Realizando Metas, del exgobernante, y Alianza, el 4 de marzo, cuando ese organismo anunció la inhabilitación del expresidente por estar condenado a más de 10 años de prisión por blanqueo de capitales debido a la compra irregular de un conglomerado de medios.
Mulino, quien ha dicho claramente que, de llegar al poder, ayudaría a Martinelli a salir de sus líos con la justicia, tampoco estuvo en el primer debate de fines de febrero debido a que en ese momento no se había decidido la inhabilitación del expresidente, refugiado en la embajada de Nicaragua desde el 7 de ese mes.